
Giorgio Griffa (Turín, 1936), artista, es una figura destacada en el panorama artístico internacional y, ya desde los años sesenta, se encuentra entre los exponentes de la investigación pictórica contemporánea. En 1968 abandona el arte figurativo para explorar un nuevo lenguaje que caracterizará toda su carrera de pintor: el lienzo es animado por signos elementales, realizados con colores acrílicos de base acuosa extendidos sobre la superficie basta (yute, cáñamo, algodón o lino), dejada sin bastidor ni marco. Sus obras son cuerpos libres y vibrantes, fijados directamente a la pared con pequeños clavos que solo sostienen su lado superior; su trabajo —subdividido en ciclos— se ve definido por un “constante no terminado”, con un código estilístico basado en la repetición del gesto, que adquiere la rítmica consistencia del signo icónico y la gramática expresiva de la escritura.



Su obra se ha expuesto en el mundo entero —desde el Moderna Museet de Estocolmo hasta el MACRO de Roma— y se exhibe en colecciones de galerías nacionales e internacionales (baste citar de entre todas ellas, Sonnabend, Biasutti, Toselli, Ariete, Lorenzelli, Milione, Guastalla, Samangallery, Godel y Malborough).
