La piedra natural y el gres porcelánico —que enmarcan tres mil metros cuadrados de espejos de agua— se han convertido en los materiales predilectos de este centro de bienestar, con sus cinco piscinas, once saunas y tres zonas acuáticas con aguas termales dulces y saladas.
El balneario se encuentra en Innviertel, la histórica región de la Alta Austria cuyo nombre deriva del río Inn, afluente del Danubio. Con sus habitaciones individuales reservadas a distintos tratamientos, tanto para una persona como para parejas, y la zona central en la que la luz juega con las imponentes columnas, el hamam Geinberg representa el lugar donde recobrar el equilibrio psicofísico.
Nada más entrar, se accede al atrio del hamam, un lugar de meditación con una fuente en el centro en la que el murmullo del agua crea un efecto relajante para los huéspedes.
«Durante la realización del proyecto nos inspiramos en dos filosofías: una ecosostenible de estilo europeo, con vistas hacia la piscina interior y exterior, y otra de un mundo más íntimo y meditativo, típica de los balnearios orientales».