La vocación artesanal/industrial del edificio de principios del s. XX, elegido como nueva sede del Meì Soulful Sushi, se ha destacado con aportaciones puntuales y atentas que respetan las características peculiares de los ambientes existentes. En una de las salas, una sección de las paredes originales ha inspirado la creación de un espacio íntimo, recogido alrededor del resplandor generado por una «cortina» de luz a los pies del muro. En cambio, la entrada se caracteriza por un revestimiento continuo entre la pared y el pavimento, realizado con losas de gres porcelánico de gran impacto visual.
La reforma requería gran valentía ya que quitaba más de lo que añadía, en busca de un equilibrio sobrio entre la belleza y la funcionalidad que se alejara del clásico estereotipo del local japonés. Además, el proyecto permite la comunicación entre el interior y el exterior: la mirada cruza los ambientes hasta llegar a la que, cuando llega el buen tiempo, se convierte en una tercera sala al aire libre, donde el relax está garantizado gracias al uso de materiales naturales, maderas arbóreas y luces suaves.
La lámpara de la barra del bar ha sido realizada expresamente siguiendo las instrucciones del estudio. Se han recuperado las bombillas incandescentes con bulbo de vidrio soplado que estaban presentes en la ubicación anterior del restaurante, para dar un toque de continuidad renovada.
Un elemento fuerte y distintivo del local es el mural realizado por el artista Luca Bray, que se ha concentrado en las paredes desnudas de la sala central y ha creado una obra única por su belleza, intensidad y personalidad.